Ya saben: el que obtuvo y devoró
compulsivamente Esaú, el hijo mayor del patriarca Isaac, a cambio de renunciar
a su herencia como primogénito en beneficio de su hermano Jacob. Conservar una
valiosa herencia, sacarle el máximo partido, dinamizarla en beneficio de las
generaciones actuales y venideras: no siempre es fácil afrontar y gestionar ese
reto.
El paisaje del Maestrazgo es una de esas
herencias que confieren identidad y carácter; una combinación de espacios
naturales, terrenos cultivados y asentamientos humanos que refleja una
particular historia de usos del medio; resultado armónico de la interacción
secular entre el ser humano y un territorio de frontera. Este paisaje es uno de
los activos patrimoniales del Parque Cultural del Maestrazgo, referencia e
imagen de marca difícilmente compatible con actividades industriales que no
sean respetuosas con el medio. Por otra parte, sus valores geológicos,
reconocidos a nivel nacional e internacional, justificaron en el año 2000 la
creación del Geoparque del Maestrazgo, miembro fundador a su vez de la Red de
Geoparques Europeos e incorporado luego a la red Global Geoparks de la UNESCO.
El Convenio Europeo del Paisaje,
ratificado por España en 2008, establece que “el paisaje es un
elemento clave del bienestar individual y social” y que “su protección,
gestión y ordenación implican derechos y responsabilidades para todos”. El Mapa
de Paisaje del Gobierno de Aragón, en los documentos correspondientes a la comarca
del Maestrazgo, proclama asimismo que “El paisaje (… ) se
está configurando cada vez con más fuerza como un motor de desarrollo general
para toda la comarca” y formula, como objetivo
específico, “mantener las vistas y
los fondos escénicos libres de impactos visuales negativos. Para ello se
propone “la
minimización de los impactos causados por la instalación de antenas de
telefonía móvil, así como por los aerogeneradores…”. En todo caso, “se recomienda la
concentración de efectivos (elevada densidad) en pocos enclaves, evitando la
dispersión”.
Todo esto es papel mojado a la vista de
los nuevos proyectos de parques eólicos presentados formalmente a la
Administración por la compañía Green Capital Power, y de los planes que
Forestalia está presentando también en los municipios. Decenas y decenas de
aerogeneradores de 200 m de altura total que supondrían un grave atentado a
nuestra herencia cultural, una merma drástica de su valor paisajístico, un
triste contrapunto a los esfuerzos que el Maestrazgo lleva haciendo durante
décadas para reivindicar y poner en valor sus recursos endógenos y, de paso,
incrementar su autoestima y sus sentimientos de identidad y dignidad como
territorio.
¿Y todo ello a cambio de qué? De un
cierto impacto económico positivo durante la fase de construcción; poco más. La
expectativa que plantea Green Capital Power de que, durante la explotación, los
puestos de trabajo vinculados al control y mantenimiento de los parques eólicos
sean cubiertos por trabajadores cualificados afincados en la zona es un brindis
al sol. Afirmar que las compensaciones económicas que puedan recibir los
propietarios de los terrenos afectados conlleven expectativas realistas de “generación de nuevas
oportunidades para el nacimiento de empresas” que puedan “frenar el
envejecimiento de la población” también lo es. Es recurrente el énfasis que
se pone en este tipo de proyectos en calificar de “desierto demográfico”
los territorios donde pretenden implantarse, para a continuación anunciar unos
supuestos beneficios capaces de revertir su proceso de despoblación. Sabemos
que éstos son cálculos prospectivos interesados que tienen muy poca base real,
y es materialmente imposible demostrar que puedan llegar a compensar los
impactos negativos (visibles, éstos sí, desde el primer momento).
Los relieves tabulares del Maestrazgo,
como buena parte de la provincia de Teruel, puede que presenten unas
condiciones físicas adecuadas para la instalación de parques eólicos. En los
últimos años hemos asistido a una proliferación de los mismos en algunas zonas
de Aragón. Sin embargo, creemos que este despliegue debe tener un límite: el
que imponen el sentido común y la responsabilidad que la sociedad y las
instituciones han de tener con nuestra herencia natural y cultural. No vale cambiarla
por un plato de lentejas.
José
Luis Simón
Colectivo
Sollavientos
No hay comentarios:
Publicar un comentario